La distribución de temperaturas de la superficie de los objetos es reveladora de su estado de conservación y de la existencia de patologías en el mismo, ya que la presencia de anomalías (grietas, humedades, materiales en mal estado), suele presentarse como un comportamiento térmico diferente al del elemento en buen estado. Por ello, la termografía infraroja aparece como una técnica de especial interés, gracias a su capacidad de medir, sin invasión y sin contacto, la temperatura superficial de los cuerpos.
